El origen de la astrología es multicultural, ya que parece haber
surgido de forma independiente en varias civilizaciones como la
Babilonica, la Egipcia, la China o la Maya. A partir del siglo V a.c. se
extendió por la Grecia clásica donde se combinaron los sistemas
babilónico y egipcio, manteníendose prácticamente indistinguible de la
astronomía hasta el siglo XVI, donde los postulados de Copérnico y
Galileo, principalmente, marcaron el inicio de su declive y de su
separación de la astronomía científica.
Estos orígenes, y su escasa evolución posterior explican muchos
conceptos arcaicos que aún se emplean en la astrología contemporanea,
totalmente obsoletos al compararlos con los conocimientos físicos y
astronómicos actuales. Así ocurre, por ejemplo, con la atribución de
los signos zodiacales a un elemento como el aire, la tierra, el agua y
el fuego, que corresponden a los elementos griegos de la antigüedad, o
la asignación de verdaderas «personalidades» a las constelaciones,
astros y planetas, originadas en la antigua concepción de divinidad para
el cielo y las estrellas, así como su identificación con determinados
dioses en aquellos sitemas politeístas.
Hoy día podríamos recordar la astrología como una de tantas
disciplinas que, a pesar de acabar siendo descartadas por la
incorrección de sus bases teóricas, contribuyeron a forjar los orígienes
del conocimiento científico tal y como hicieron otras disciplinas
antiguas como la alquimia o la medicina hipocrática. Sin embargo, cuando
en pleno siglo XXI se gastan millones de euros anuales en horóscopos,
predicciones y cartas astrales y cuando presidentes de países poderosos
consultan a astrólogos y adivinos para aconsejarse en política
internacional, deberíamos preguntarnos a que se debe que una concepción
del universo y de la vida humana tan comprobadamente falsa siga teniendo
una aceptación popular tan importante.
Y aunque todo esto pueda parecernos simplemente anecdótico, al comprobar que según datos de 1999,
el 41% de los jóvenes españoles cree en la astrología y el horóscopo,
más que a una anécdota parece que nos enfrentamos a un serio problema
educacional. Por otro lado, algunos astrólogos con aspiraciones más
ambiciosas pretenden que la astrología sea considerada una nueva
ciencia, incluso acuñando términos como «astronología» para indicar su
íntima relación de igualdad con la astronomía.
Predicción y destino
La base fundamental de la astrología es la idea de que la vida humana
depende de influencias externas a la Tierra, y una serie de factores
que concurren en el momento del nacimiento son los que marcarán la vida
de la persona hasta su muerte. Estos factores, de naturaleza
astrológica, son básicamente la situación del sol, luna y planetas con
referencia a las constelaciones de fondo que se encuentran en una
estrecha banda por encima y por debajo de la eclíptica
y que, conocidas como constelaciones del zodiaco, forman una faja de
360º por donde se desplaza aparentemente el Sol. Lógicamente se trata de
una apreciación subjetiva, dado que es la Tierra la que se mueve, y en
realidad lo que cambia es nuestro punto de vista, no la situación real
del Sol ni de las constelaciones.
Fuente: www.horoscopo-gratis.com.ar